Decidir o deducir? Ahí está el detalle
- Julio A. Sánchez Flores
- 10 jun 2017
- 4 Min. de lectura

Durante el desarrollo de la asignatura Proceso de Planificación Militar, mejor conocido por sus siglas PPM, un alumno me pregunta sí estaría fuera de lógica diseñar un solo curso de acción para el cumplimiento de una misión táctica en el nivel operacional de la guerra. Ante tal interrogante, le di como respuesta que no era posible, debido a que existen unos parámetros o factores que sirven de criterios de comparación como lo son el terreno, el enemigo, los medios, las condiciones meteorológicas, el tiempo de ejecución y, por ende, la misma misión, factores que debían ser contrastados en el marco de la realidad operacional en función de definir ventajas y desventajas. Por otra parte, la intención del escalón superior, el propósito de la operación y el estado final deseado juegan un rol fundamental en las opciones que se formulen.
Sin embargo, esta pregunta me puso a pensar que si en verdad el sujeto conoce de antemano las capacidades, posibilidades e intención del enemigo, y a la vez analiza en un primer momento el área de operaciones partiendo de la comprensión de su complejidad, en el sentido de conocer que oportunidades pudiera brindarle y que fortaleza explotar con los medios adecuados en el marco de una defensa, no le quedaría más remedio que formular un solo esquema de maniobra seleccionando y ubicando sus fuerzas en posición ventajosa, y contrastando su viabilidad con los factores enraizados en el área operacional. Hasta aquí la complejidad de la realidad se le ha impuesto.
Pero, pongamos un ejemplo sobre otro supuesto: el comandante recibe la misión de conducir una defensa en un amplio frente y en profundidad en la que debe ejecutar tareas como las de contención, desgaste, golpe y maniobra, y defensa y bloqueo de puntos críticos de interés para el enemigo. Lo primero que hace siguiendo un orden es entender la misión en la que define y prioriza tareas, define objetivos y analiza la conducta y capacidad del enemigo para conocer su intención y posibilidades. Luego, evalúa el terreno en el sentido de definir los corredores, tanto terrestres como aéreos, por donde el enemigo desplazaría sus medios hacia objetivos cercanos y profundos que sean de su interés. Y en consecuencia, evalúa también la capacidad de sus medios en el sentido de si son competentes y suficientes para cumplir con las tareas asignadas.
Sin embargo, ahondando un poco más en la evaluación de la realidad operacional, infiere que, en vez de una defensa de área como se le ha ordenado, existe la factibilidad de conducir una defensa móvil, idea surgida debido a que dos de los factores como el terreno y la capacidad de sus medios le abren una nueva posibilidad.
¿Qué ha ocurrido hasta ahora? Que aparece una nueva opción; es decir, otra forma de acción para cumplir la misión. Entonces, entre estas dos circunstancias que la realidad le ofrece, debe proponer una de ellas, o las dos, decisión que deberá asumir el escalón superior con respecto a cuál de ellas sería la más conveniente para eliminar a la amenaza: defender las posiciones a ultranza, o ceder terreno para destruir al enemigo conduciéndolo deliberadamente a una zona de matanza.
¿Dónde está el detalle? Por una parte, al comandante le ordenan defender posiciones, pero por la otra la realidad operacional también le ofrece la factibilidad de destruir al enemigo con una nueva maniobra: muerto el perro se acaba la rabia, es lo que ocurre en su mente con esta nueva deducción. De lo anterior, se desprende que como resultado de su apreciación la realidad operacional le ha permitido formular dos formas de acción, sin embargo, la misión impartida es la de defender terreno en la que no se niega destruir al enemigo, pero a un costo muy elevado. Es decir, la intención, propósito y concepto de la operación del comando superior lo obliga a optar por una defensa de área con sus consabidas tareas de desgaste y de resistencia, y no la de ceder terreno a cambio de una contraofensiva.
En consecuencia, lo que ha ocurrido hasta ahora es que han surgido dos propuestas producto de la aplicación del método deductivo de la Ciencia y Arte Militar por parte del comandante, por lo que el escalón superior tendrá que tomar partido por cualquiera de las dos. Sin embargo, cuando este escalón vea que existe otra manera de poder eliminar a la amenaza, tendrá que humildemente reconocer que no dedujo de manera holística y sistémica lo que la realidad operacional le ofrecía.
¿Cuál es la conclusión de todo esto para un comandante? Qué ambas opciones son acertadas para cumplir la misión encomendada. Su viabilidad pudiera contrastarse con una simulación comparativa mediante el juego de guerra como lo demanda la dinámica operacional. Lo que si es también cierto es que tendrá que reconocer que los factores presentes como el terreno y sus medios, son los que han generado oportunidades para su decisión. De ellos se han inferido el cómo, el cuándo y el dónde. La realidad se le ha impuesto de manera determinada para que ejecute el qué y logre al final el para qué y el estado final deseado.
Comentarios