Defensa Integral y Globalización
- Julio A. Sánchez F.
- 2 sept 2016
- 6 Min. de lectura

En el artículo anterior expliqué a la Defensa Integral en el marco de la defensa militar como una estrategia que combina diferentes tácticas defensivas y ofensivas con el apoyo eficaz de todos los recursos que un país pequeño emplea para hacerle frente a un enemigo poderoso, en el sentido de lograr con ello el desgaste prematuro de sus fuerzas y el agotamiento de sus recursos mediante el hostigamiento permanente que lo lleve, de tal manera, a su punto culminante antes de que logre sus objetivos.
Sin embargo, este concepto se queda corto si solo lo referimos a una amenaza en el plano militar. En la actualidad existen otras amenazas debido al fenómeno socio económico denominado globalización. Pero, ¿en qué consiste este fenómeno? En palabras de Kenichi Ohmae, vivimos ahora en un mundo sin fronteras, en el que el Estado – nación se ha convertido en una ficción y los políticos han perdido todo poder efectivo.
En su libro Paul Hirst y Graham Thomson lo expresan de este modo: Se afirma que ha aparecido, o que está apareciendo, una economía verdaderamente global, en la que las diferentes economías nacionales y, por consiguiente, las estrategias domesticas de gestión económica nacional, son crecientemente irrelevantes. Pero, Anthony Giddens, en La tercera vía, no comparte plenamente lo que expresan los citados autores. Para él la mayoría del comercio sigue siendo regional. Los países de la Unión Europea - y los que actualmente integran el Mercosur, por ejemplo -, comercian principalmente entre ellos, mientras que Estados Unidos se ha abierto más al comercio mundial y reduciendo su dependencia en el ámbito petrolero. Sobre este aspecto, el candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump, reiteró que la economía de Estados Unidos debe volcarse nuevamente a la producción nacional, en el sentido de repatriar capitales que han sido desviado a otros países como China, México y la India, entre otros, en persecución de mano de obra barata.
Al mismo tiempo, Giddens reconoce que el cambio más importante es el rol e influencia en el mundo económico que tienen los mercados financieros mundiales, que operan crecientemente en tiempo real: Miles de millones de dólares se negocian al día en transacciones financieras societarias. La proporción en intercambios financieros en relación con el comercio se ha multiplicado en los últimos años, a pesar de que gran parte del comercio continúa regionalizado con los bloques comerciales que hasta ahora conocemos. Para este autor sí existe una economía plenamente global, pero a nivel de mercados financieros sustentado en la tecnología de las comunicaciones.
Como resultado de lo que han expresados los citados autores entendemos, entonces, que la globalización es comúnmente una dimensión económica que abarca también al mundo financiero, sustentada en la tecnología de las comunicaciones, y, como sugiere su raíz, incluye conexiones que engloba al mundo entero no escapando Venezuela. Es decir, la globalización, al menos como nos la han pintado, no es sólo interdependencia económica, sino la transformación del tiempo y el espacio en la vida política y económica de los países.
En otras palabras, la revolución de las comunicaciones y la extensión de la tecnología informática hasta el nivel individual mediante el internet y las redes sociales están estrechamente vinculadas al proceso globalizador, incluyendo a los mercados monetarios que funcionan las veinticuatro horas al día. Ellos dependen de una fusión tecnológica satelital e informática que afectan también a muchos otros aspectos de las sociedades.
La globalización, en suma, es una compleja serie de procesos, impulsados por una amalgama de factores políticos, económicos y financieros que están transformando la vida diaria de las instituciones de las sociedades en que vivimos, a la vez que crean nuevos sistemas y fuerzas transnacionales cuyo alcance puede llegar a cualquier rincón del mundo. Ahora, es importante hacernos la siguiente pregunta: ¿Es la globalización una amenaza o una oportunidad para países en pleno desarrollo como Venezuela? Todo depende del cristal con el que podamos percibirla.
Si la percibimos como una amenaza, la globalización se expande con hegemonía de Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y ahora China. Estos países cuentan ahora con tecnología robótica, telecomunicaciones vía satélite e Internet. Los nuevos imperios disponen de misiles, submarinos nucleares, satélites espías, visión nocturna y aviones invisibles al radar, y en el marco de la medicina el desentrañamiento del genoma humano.
El predominio comercial y productivo está en manos de empresas multinacionales, dueñas de las nuevas tecnologías. Las instituciones financieras como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional sirven de intermediarios entre las citadas empresas y los inversionistas, quienes juntos, amparados por el poder militar, son los principales monopolistas del nuevo orden mundial.
Hasta ahora la globalización parece seguir el camino recorrido por los grandes consorcios o corporaciones de finales del siglo XIX, cuando muchas industrias llegaron a ser dominadas por monopolios. Las adquisiciones, fusiones y alianzas internacionales, las cuales, sin obstáculos por parte de países menos desarrollados, manejan los asuntos económicos del mundo a su propio beneficio ¿y por qué no también político?
Entre otras cosas, en la globalización la hegemonía cultural es ejercida por los medios de comunicación audiovisual. El turismo, los negocios internacionales, la tecnología y la política internacional obligan al uso del idioma inglés. La presión hacia los pueblos que resisten esta embestida ya no se ejerce a través del colonialismo, sino indirectamente mediante lo económico con instituciones como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización de los Estados Americanos (OEA). Este predominio también es compartido por la Unión Europea (UE), la cual de momento no pasa de ser un bloque subsidiario, pero con gran influencia en África, y otras regiones de Sudamérica como Argentina, Chile, Uruguay, y ahora Brasil.
Pero no todo lo de la globalización es negativo. Según Antonio Francés (2008) para los países pobres la Revolución Verde, la planificación familiar, los avances médicos, la vacunación contra enfermedades endémicas y la potabilización del agua para el consumo humano van generando una mejor calidad de vida en las zonas de extrema pobreza en África y América Latina, sin embargo, los ricos se hacen más ricos, mientras que la brecha con los pobres aumenta cada día más.
Otro aspecto, no menos influyente, es la aparición de organizaciones no gubernamentales (ONG) conformadas por ciudadanos comunes. Amnistía Internacional y Human Rights Watch mantienen una vigilancia permanente sobre el respeto a los derechos de los seres humanos. Transparencia Internacional se mantiene alerta ante la corrupción administrativa y el lavado de dinero; Greenpeace actúa contra la depredación ambiental en cualquier lugar del planeta; Médicos sin Fronteras está presente en aquellas naciones que se han visto afectadas por desastres naturales, sin importar el lugar de ocurrencia. Según su razón social, trabajan con un propósito bien intencionado en beneficio de la humanidad, no obstante, sus actuaciones son consideradas por algunos gobiernos como intromisión en los asuntos internos de sus países.
Por otra parte, organismos que no son reconocidos como de carácter internacional, y que sólo obedecen a los intereses de sus gobiernos, se aprovechan de la coyuntura globalizadora para etiquetar como no amigo a aquellas naciones que de una u otra manera no comparten sus intereses. Entre éstos figuran la Federal Aviatión Authority (FAA) que verifica la seguridad de los aeropuertos, y la Drug Enforcement Administratión (DEA) que combate el narcotráfico.
En este sentido nos preguntamos ¿Cuál será el futuro de la globalización? A juicio de Francés (ob. cit) se puede predecir un mundo multicultural donde el capitalismo no será ya un sistema económico dominante. El centro de gravedad económico se desplaza hacia el continente asiático, en virtud del tamaño de su población y de su sostenido crecimiento económico.
El siglo XXI ya es testigo de un constante enfrentamiento entre los asiáticos y el mundo occidental, sobre todo en el campo tecnológico. El desarrollo sostenido de los países denominados tigres asiáticos, los avances en ciencia y tecnología de China, la India e Irán son una muestra de los cambios que están surgiendo en el nuevo escenario internacional.
¿Cómo queda Venezuela en este contexto? Nuestro país, por su riqueza en recursos naturales - agua, petróleo, hierro, bauxita, madera, entre otros no menos importantes – y por su ventajosa ubicación geográfica (al norte de la América del Sur), la cual le permite conexiones con el Norte a través del Caribe y el Atlántico, y por este océano hacia Europa, y si además le agregamos valor por su configuración andina y amazónica, está predestinado a surgir como una figura de gran relevancia y de apetecido interés en el contexto internacional.
En consecuencia ¿Cuáles, entonces, pudieran ser las políticas y estrategias que los países menos desarrollados, pero productores de materias primas necesarias para el desarrollo de la economía mundial, formularían para reducir los efectos nocivos de la Globalización?
Por otra parte, ¿Qué oportunidades se pudieran aprovechar de la Globalización en beneficio del desarrollo económico y social de Venezuela?
Ahí les dejo esas preguntas.
Fuentes bibliográficas referenciales:
Giddens, Anthony (2002). La tercera vía. Grupo Santillana. Madrid, España.
IESA (2008). ANTOLOGÍA debates IESA. Homenaje a Antonio Francés. Edición Gerencia y Estrategia. Caracas, Venezuela.
Kenichi, Ohmae (1995). The End of the Nation State: The Rise of Regional Economies. Londres, Harper Collins.
Paul Hirst y Graham Thomson (1996). Globalization in Question. Cambridge, Polly Press.
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