Como redactar un texto
- Julio A. Sánchez Flores
- 19 ene 2016
- 5 Min. de lectura

Una de las tareas que les encomiendo a mis alumnos como estrategia de evaluación de cualquiera de las asignaturas que imparto, es que me elaboren un ensayo sobre temas que tengan que ver con los contenidos epistémicos del plan de estudio. La razón: incentivarlos por el arte de la escritura.
¿Cuántas veces en nuestra profesión nos hemos encontrado ante la necesidad de redactar un tipo de texto específico, por primera y única vez, y no hemos sabido cómo hacerlo? Precisamente, les haré llegar mediante este escrito algunas técnicas que los expertos en el arte de escribir recomiendan.
Sin embargo, para escribir bien no solo se debe poseer la voluntad, o las ganas, como lo decimos en criollo. Para escribir bien hay que sentir el deseo de comunicar algo, de trabajar con las palabras. Ello se debe a que existen muchas situaciones en las que es imprescindible escribir, bien sea por obligación, o por mandato, como es el caso de una tarea académica. En estos casos, a lo menos que se puede aspirar es hacerlo con un mínimo de corrección. ¿Y saben ustedes por qué es importante hacerlo bien? Porque ese texto se convierte en una especie de carta de presentación de nuestras capacidades o posibilidades en determinados campos, como el académico al cual me remito.
Conceptos como claridad, corrección o riqueza de léxico, aplicable a cualquier construcción textual – desde una carta, un ensayo o hasta un cuento - parecen fáciles de entender, pero, muchas veces no forman parte de nuestra rutina. No obstante, son la clave para que un escrito logre su objetivo, que no es más que comunicar lo que uno quiere de manera que los demás lo entiendan.
En el mismo orden de ideas, no se debe olvidar que escribir es mucho más que dominar técnicas de redacción o normas gramaticales. Para escribir bien se debe considerar el lenguaje como un medio y un fin con el que se pretende cumplir una determinada función de comunicación.
Lo primero que hay que hacer antes de comenzar a escribir es conocer la estructura del texto. En este sentido, la mayoría de textos que se leen, salvo algunas excepciones, están estructurados de manera similar. El texto expositivo, el descriptivo, el argumentativo, el narrativo y el dialógico están regidos por una estructura que se repite en todos ellos. Esa estructura, tomada de la retórica clásica, distingue tres partes en cualquier tipo de texto: introducción, exposición y conclusiones.
Cada una de estas partes está formada al menos por un párrafo, que conforma una unidad de texto que presenta una unidad de información completa. Es una estructura base aplicable a cualquier tipo de construcción textual, debido a que se ajusta tanto a una carta, a un cuento como a un ensayo.
La introducción es el párrafo con que se inicia un texto y debe contener de la forma más clara posible la tesis o propuesta que se pretende exponer. Su propósito esencial es enunciar el tema del discurso para conseguir atraer la atención del lector, captarlo, despertar su curiosidad.
La exposición es la parte más importante del texto y se sitúa entre la introducción y la conclusión. Es el apartado en el que se desarrolla el concepto, el cual es el tema principal del escrito o ensayo, y que ahora se reafirma por medio de ejemplos y / o argumentaciones. En la exposición deberá predominar el tono objetivo pero sin apasionamientos, además, tiene que ser clara para facilitar la comprensión del tema, ya que su objetivo es ofrecer una explicación o información sobre algo que los lectores quizá desconozcan.
En cuanto a la conclusión, este es el párrafo que cierra un escrito, o enfatiza los principales puntos tratados en la exposición, pero, también puede pronosticar cambios o movimientos que pueden ocurrir en el futuro en relación al tema expuesto. Al igual que la introducción, es un párrafo que influye de manera directa en el lector por lo que se deben utilizar recursos o fórmulas que ayuden a dar sentido al escrito y mayor plenitud a la lectura.
Finalmente, después de realizar los pasos previos necesarios para la construcción del texto, haber escrito y revisado el borrador con toda la información necesaria y elaborar el esquema, llega el momento de reflexionar sobre el modo de redactar un escrito correcto, pero, además, personal, claro y conciso. Es decir, escribirlo con estilo.
Otro de los aspectos que se debe considerar en un ensayo es la fluidez de lo escrito. Todo escrito se mueve de un punto a otro a lo largo de un recorrido de manera ordenada: los párrafos deben calzar unos con otros. Roberto Ruiz Báez (2015), en su obra Redactar para convencer, recomienda que una buena transición es como una bisagra: conecta suave y fluidamente una oración con otra, o de un párrafo a otro. Para su feliz logro, una de las formas de hacerlo es con palabras de conexión.
A las palabras de conexión se les conoce también como expresiones de transición; y a saber, nuestro idioma nos presenta las siguientes:
De orden en la enumeración: primero, segundo, finalmente, en primer lugar, por último, antes, después, anteriormente, previamente, ahora, entonces, posteriormente, subsecuentemente, seguidamente, a continuación, entretanto, mientras, al mismo tiempo, para ese momento, hasta ahora, por ahora, por otra parte, hasta el presente…
De ejemplo y especificación de lo dicho anteriormente: ocasionalmente, de vez en cuando, usualmente, a menudo, frecuentemente, constantemente, a saber, especialmente, específicamente, principalmente, por ejemplo, para ilustrar, en particular, en general, al menos, sobre todo…
De excepción, negación o contraste con lo ya dicho: pero, sin embargo, no obstante, por el contrario, contrariamente, en contraste, aunque, por una parte, al mismo tiempo, en oposición, en sentido contrario…
De adición a lo dicho: además, también, adicionalmente, similarmente, finalmente, es más, al final, por fin, ahora bien…
De causa o efecto: por lo tanto, así, en consecuencia, como resultado…
De comparación: similarmente, como, al mismo tiempo, igualmente, de la misma forma…
De concesión: sin duda, seguramente, con seguridad, ciertamente, es verdad, aunque puede ser cierto, concedamos, admitamos…
De repetición: como se dijo anteriormente, como dijimos, repitamos, en otras palabras, reiteremos, en pocas palabras, en resumen, esto es, dicho de otra forma…
De resultado o conclusión: en conclusión, por lo tanto, finalmente, de ahí, en resumen, para concluir, consecuentemente, en consecuencia, en definitiva.
Por lo tanto, con estas palabras de conexión y transición el que escribe le señala al lector para que siga su pensamiento cuando su vista hacen el recorrido de la lectura.
En resumen, escribir es comunicar las ideas o pensamiento de manera que el que lea lo que se escribe de un vistazo comprenda lo que se quiere expresar.
Verba volant, scripta manent: las palabras vuelan, lo escrito queda.
Fuentes bibliográficas referenciales:
Báez, Roberto (2015). Redactar para convencer. Universidad Católica Andrés Bello. Caracas, Venezuela.
Gay, José (2006). Expresión escrita. Océano. Barcelona, España.
Martin Vivaldi, Gonzalo (2009). Curso de Redacción. Teoría y Práctica de la Composición y el Estilo. Cengage, Learning. Barcelona España.
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