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Entre Sun Tzu y Clausewitz

  • Julio A. Sánchez F.
  • 16 ene 2016
  • 4 Min. de lectura

De Sun Tzu se dice que fue un filósofo que escribió el Arte de la Guerra unos quinientos años antes de Cristo. Durante siglos, esta insigne obra del pensamiento militar antiguo ocupó una posición prominente entre los generales chinos y japoneses, siendo sustancial la aproximación indirecta, estrategia que constituye la base de su doctrina: se puede conseguir la victoria con un movimiento oportuno que llegue al centro de gravedad enemigo evadiendo sus puntos fuertes.

La guerra, para Sun Tzu, es el Tao del engaño. En sus escritos refiere aspectos como estos: Así aunque seas capaz, muéstreles incapacidad. Cuando estés decidido a emplear tus fuerzas, finge inactividad. Cuando tu objetivo esté cerca, hazlos aparecer como si fuera distante; cuando distante, crea la ilusión de estar cerca.

En su momento, Sun Tzu se dio cuenta de que la guerra, un asunto de vital importancia para el Estado, exigía un detallado estudio y un profundo análisis. Su pensamiento fue el primer intento conocido de formular una base racional para la planificación y ejecución de operaciones militares. Creía que el estratega inteligente era el que pudiera someter al ejército enemigo sin entablar combate decisivo y tomar ciudades sin sitiarlas.

El enfoque de Sun Tzu es profundamente analítico, ordenado y cuidadosamente planificado en cuanto a la estrategia a emplear antes de iniciar la campaña; además, en forjar una organización claramente definida con control sobre tropas bien ordenadas y completamente disciplinadas. En función de la racionalidad y el autocontrol destaca la importancia de evitar todas las acciones que no estén sustentadas en análisis detallados y concretos de la totalidad de la situación, incluyendo las opciones de combate y en las propias capacidades. En una de sus famosas expresiones Sun Tzu dijo: Quien conoce al enemigo y se conoce así mismo no correrá peligro en cien batallas”.

Como toda filosofía tiene sus principios que la fundamentan, la de Sun Tzu no se queda atrás. En consecuencia, considera que el contendiente debe ser estudiado en términos de cinco variables: influencia moral, ambiente operacional, el terreno, el comandante y la doctrina.

La influencia moral significa no sólo el conocimiento específico de la misión con todas sus tareas, sino que el propósito sea moralmente sólido y aceptado por los efectivos como el único fin para alcanzar los objetivos de la guerra. De estar éstos conscientes, este fin les generará un gran espíritu combativo y una intensa dedicación al cumplimiento de la misión.

Con respecto al ambiente operacional, sobre todo las condiciones meteorológicas, son equiparables a fuerzas naturales o exteriores que bien puedan ser aprovechadas como complemento de la maniobra.

El terreno es el ámbito operacional, su valor táctico se complementa con las condiciones meteorológicas y con las fuerzas intervinientes; es decir, “como gaveta a escritorio”. El comandante es equivalente a liderazgo y dirección; sobre ambos criterios deben subyacer el valor, la audacia, la moral, el conocimiento y la experiencia. El conocimiento de la doctrina es de suma importancia porque en ella se expresan las normas, métodos y procedimientos que permiten elaborar el plan de maniobra.

Con respecto a la Estrategia, Sun Tzu señala que una contribución perdurable en la derrota del enemigo es combatirlo mediante un ataque preventivo antes de que éste despliegue sus fuerzas; o destruir o alcanzar, de manera contundente e indirecta, su retaguardia, líneas de comunicaciones, o cualquier lado débil, pero también explotar cualquier momento crítico que se presente como una oportunidad táctica. La logística no queda por fuera, la apreciaba como el esfuerzo en hombres y medios decisivo en la dinámica de las operaciones de acuerdo a la intención del comandante para descargar el golpe de gracia a un enemigo al que se le había hecho previamente vulnerable.

En cuanto a Karl von Clausewitz (1780 – 1831), según Pierre Narville (1999), era un general e historiador prusiano especializado en el tema bélico. De su obra De la guerra, la cual comprende ocho libros, constituye una importante fuente doctrinaria para todos aquellos que por vocación incursionan en el arte y la ciencia militar. Para este filósofo la guerra no constituye meramente un acto político, sino que ella es un verdadero instrumento político, una continuación de la actividad política, una realización de ésta por otros medios, y es parte de la existencia de las sociedades.

Para Clausewitz las causas que condicionan la estrategia, o el plan, deben estar condicionadas a los valores espirituales en los hombres, en la magnitud de la fuerza militar en cuanto a su composición y cantidad de armamentos, en las líneas de operaciones con respecto a su naturaleza geométrica que ofrezca movimientos concéntricos y excéntricos favorables, la influencia del terreno en cuanto a los puntos dominantes y los obstáculos; y la logística, con respecto a la disposición de los abastecimientos de manera oportuna.

La Fricción, el Centro de Gravedad y el Punto Culminante son factores que considera vitales en toda estrategia. Con respecto a la Fricción, ésta se manifiesta mediante las dificultades, limitaciones y obstáculos determinados por la carencia de medios, el ambiente hostil y la incertidumbre que sufren los comandantes, coyunturas y situaciones que deben ser superadas en el diseño de toda estrategia.

En cuanto al Centro de Gravedad, éste no es más que los puntos débiles o vulnerables del enemigo bajo la óptica política, psicosocial y militar, a los cuales hay que dirigir todo el poder que sea posible contra él, de manera que el esfuerzo rompa toda la estructura que lo hace fuerte. El Punto Culminante lo define como una situación crítica y de gran peligro en tiempo y espacio en que el poder de combate de una fuerza pierde o disminuye su capacidad para imponer su voluntad al defensor. Para el caso de una ofensiva, el atacante corre el riesgo inminente de ser contraatacado y probablemente derrotado. Sostiene, además, que la clave del éxito en el ataque es asegurar el objetivo antes de llegar a ese punto.

Como se puede apreciar, son muchas las coincidencias que sobre la guerra, y en especial en el diseño del plan estratégico tiene ambos filósofos. Liddell Hart (1895 – 1970), consideraba de suma importancia cuando refería que la civilización moderna se habría podido ahorrar gran parte del daño sufrido en las guerras mundiales del siglo veinte si la influencia de la obra De la Guerra de Clausewitz, que dieron figura al pensamiento militar europeo en la era que precedió a la Primera Guerra Mundial, hubiese estado combinada y equilibrada con el pensamiento de Sun Tzu sobre el arte y ciencia de la guerra.


 
 
 

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