El Arte de planificar
- Julio A. Sánchez Flores
- 27 sept 2015
- 7 Min. de lectura

La planificación militar es todo un proceso que parte de la Apreciación de la Situación. Es un modelo determinista que tiene sus bases en el pensamiento vertical o racional, debido a que el conocimiento surge del análisis de factores causales, estructurales y funcionales en el momento de elegir un curso de acción. Es decir, se define primero para construir después.
Para ello, en un primer momento, se define la misión tomando como base el propósito e intención del escalón superior. Lo ideal es que ésta venga expresada de manera clara y precisa en lo que respecta a qué se va hacer, dónde, cuándo y para qué; sin embargo, puede que llegue sólo con el propósito explicitado, como puede ocurrir en el nivel estratégico de la guerra.
Una vez analizada la misión en la que cada tarea o actividad queda establecida, el comandante evalúa la información que le es suministrada por el escalón superior a través de los informes de inteligencia, y los que le suministra su oficial de inteligencia. En ellos se describe y caracteriza al enemigo en cuanto a sus capacidades y posibilidades; al terreno, como escenario de actuación; a las condiciones meteorológicas existentes en el momento para conocer sus efectos sobre el terreno y las operaciones. Y no menos importantes, los medios en manos y la disponibilidad de recursos necesarios para el sostenimiento logístico.
Un instrumento valioso para analizar los factores citados es la Preparación Inicial de Inteligencia del Campo de Batalla (PICB). Este otro método es también un proceso cognitivo, por lo tanto racional, empleado para evaluar al enemigo o amenaza, conocer y analizar el terreno, y considerar los efectos ambientales y sus consecuencias sobre ambos contendientes. Concluye el proceso con una visión mucho más amplia y clara para el comandante y, en consecuencia, con menos incertidumbre sobre el estado final deseado, las posibilidades o conducta de actuación del enemigo, y el mejor terreno para decidir la batalla. Luego, se debe corroborar este conocimiento con una percepción directa sobre la realidad operacional, o lo que es lo mismo, un reconocimiento personal o con medios apropiados sobre el área de operaciones.
Con todo este conocimiento en su poder, el comandante, auxiliado por su Estado Mayor, y de manera particular por el Oficial de Operaciones, pasa a la fase de formulación o construcción de las formas de acción mediante esquemas de maniobra para llegar a la Decisión y Concepto Operacional. Es decir, el Diseño Operacional.
El Diseño Operacional es producto del arte que tiene como herramientas a las ciencias militares. Es la expresión creativa e intuitiva de la mente que permite edificar la campaña o la batalla. El él se conjugan el Estado Final Deseado, Centro de Gravedad enemigo y propio, el Esfuerzo Principal, el Engaño, Puntos Decisivos, Líneas Operacionales, Alcance Operacional, Objetivos y Momento Culminante de la Operación. Sobre la base de estos criterios se formulan formas de acción en la que se evalúan movimientos y se integran medios en cuanto a combinación de unidades de maniobra, de apoyo de combate y de apoyo de servicio de combate en cualquier ámbito, bien sea regional, zonal o de un área específica. Cada forma de acción es comparada bajo las normas y criterios que fueron considerados como determinantes durante las apreciaciones de la situación, tanto del comandante como del Estado Mayor.
El Diseño Operacional, como fue referido, es producto de arte que permite planificar la maniobra, y en el que se incluyen también el Momentum y el Tempo. Todos los eventos expresados son mencionados por Clausewitz (1780 - 1831) en su obra “De la Guerra”. Sobre éstos últimos se hará especial referencia en párrafos posteriores.
En el nivel estratégico, el Estado Final Deseado es el alcance de los objetivos en función de la intención estratégica. Es lo que el Comandante Operacional desea una vez que la campaña haya logrado el éxito. En el nivel táctico el Estado Final se cumple cuando son conquistados o alcanzados los objetivos intermedios en el contexto del propósito operacional, como parte de una planificación supeditada en tiempo y espacio.
El Centro de Gravedad, desde el punto de vista de la Teoría de Sistemas, es la capacidad propia y del enemigo que reducida o eliminada obliga a la consideración de contingencias para solventar la situación crítica que se genera por la ruptura de sus coyunturas o puntos de unión. En el marco de las Ciencias y Arte Militar se define como la fuente de poder de la cual una fuerza militar deriva su libertad de acción, fuerza física o voluntad de lucha. Un centro de gravedad operacional puede ser el sistema logístico en su conjunto, el cual una vez destruido o neutralizado las fuerzas pierden su capacidad operacional.
El Esfuerzo Principal es la integración y concentración de medios o fuerzas en un área en particular donde el comandante busca obtener la decisión de la batalla; también se considera como la actividad crucial para el éxito de la misión en un momento dado. Pero, también, es la expresión concreta de la visión del comandante para una acción decisiva y una herramienta crítica que se logra mediante la aplicación de los principios operacionales de unidad de esfuerzo, masa y economía de fuerzas. Al ser una relación de fines – medios, se aplica en todos los niveles de la guerra: estratégico, operacional y táctico.
Los Puntos Decisivos es un término que mantiene su uso hasta hoy en día en el arte operacional de la guerra. Son coyunturas o articulaciones sistémicas que se manifiestan en ubicaciones geográficas en el terreno, un suceso específico clave, o un sistema de capacidades que permita a los comandantes obtener una ventaja marcada que influya de manera significativa en el resultado de una operación contra el enemigo. En síntesis, el centro de gravedad enemigo y propio están compuestos por una serie de puntos decisivos, dinámica que obliga a identificarlos en las acciones previas a la planificación.
Las Líneas de Operaciones, en su acepción general, es la orientación direccional de una fuerza en tiempo y espacio en relación a un objetivo u objetivos definidos en una región en particular. En términos geográficos, conectan una serie de puntos decisivos que llevan a obtener el objetivo final o la derrota del enemigo. Para el sostenimiento operacional la definición de estas líneas es de suma importancia debido que se constituyen en líneas operacionales de sostenimiento, espacios en donde se estructura y organiza el apoyo logístico.
El Alcance Operacional es la distancia compatible con la magnitud y apoyos de las fuerzas para conquistar los puntos decisivos. Esta distancia o capacidad está condicionada por la manera de atacar el centro de gravedad enemigo y las pausas operacionales planificadas o impuestas que permitan obtener o prevenir el momento culminante.
Los Objetivos concretan el propósito de la misión. Definido el Centro de Gravedad, Alcance Operacional y Momento Culminante, éstos pueden estar configurados en fuerzas de reservas enemigas, espacios geográficos que ofrezcan ventajas a la maniobra, bases logísticas y áreas de servicios. Capturados, destruidos o controlados deben garantizar, no sólo el éxito de la misión sino también el Estado Final Deseado y la continuación de operaciones futuras.
El Momento o Punto Culminante, según Clausewitz (ob. cit.), es la situación crítica en tiempo y espacio en que el poder de combate en una ofensiva pierde o disminuye su capacidad para imponer su voluntad al enemigo. A partir de esta coyuntura el atacante corre el riesgo inminente de ser contraatacado y probablemente derrotado. La clave del éxito en el ataque es asegurar el objetivo antes de llegar a ese punto.
Por el otro lado, el defensor, alcanza el punto culminante cuando sus fuerzas dejan de tener la capacidad para contener la ofensiva enemiga. Sin embargo, aunque la defensa tradicional no lleve “per se” a la victoria, una resistencia efectiva puede llegar a agotar al atacante, y en consecuencia, lanzar un contundente contrataque una vez que aquél haya agotado sus recursos o haya sido conducido de manera engañosa a una zona de matanza.
En este orden de ideas, un momento culminante puede ocurrir también, por una parte, por pérdidas en lo que concierne a recursos de orden militar como consecuencia de ataques a la retaguardia en los que se vean afectados almacenes, depósitos de munición y combustible, daños a las vías de abastecimientos, puentes, control de pasos, vados y túneles, y todo elemento que contribuya con el flujo logístico. Pero por la otra, al alargamiento de las líneas de comunicaciones cuando se adentra en territorio enemigo, alejándolos de sus fuentes naturales de recursos.
Conocer este evento crítico es de suma importancia para los comandantes en todos los niveles de la guerra. Sólo el conocimiento de la situación y liderazgo por parte del comandante, la flexibilidad de la fuerzas para adoptar o cambiar de dispositivo y el apoyo logístico oportuno y eficiente, pueden contribuir a controlar cualquier percance que se pueda suscitar, no obstante, es requisito indispensable que se tenga conocimiento hasta dónde se es capaz de llegar con los medios con que se cuente para el momento de la operación.
El Momentum y el Tempo son dos conceptos que se derivan de los anteriores. Crear el Momentum es concebir una maniobra de manera tal que el enemigo se desequilibre por la acción contundente de la maniobra empleada contra el punto o puntos decisivos en su centro de gravedad. La creación del Momentum deviene de la iniciativa, condición y circunstancia que permite a los comandantes generar oportunidades para enfrentar al enemigo desde direcciones inesperadas y con capacidades también inesperadas haciendo uso de su masa y de su velocidad.
Con respecto al Tempo, éste es consecuencia del Momentum. Es mantener la presión constante sobre el enemigo para impedir o neutralizar su reacción. Es decir, que no pueda replegarse o decidir una contingencia que lo favorezca. Cuando se habla de mantener la presión sobre el enemigo significa que se debe concretar en un avance sin interrupciones y con intensidad para lograr el contacto. Y una vez que las fuerzas lo hayan obtenido, deben mantenerlo aplicando todo el poder que le permita pasar rápidamente de una maniobra decisiva a la explotación. Con ésto se evita que el enemigo recobre su equilibrio y, por ende, su capacidad de reacción.
Como colofón les digo, qué como en el amor en la guerra se vale de todo, independientemente de la doctrina que se adopte, siempre cuándo, dónde y con qué las decisiones obedezcan a la razón y no a la emoción.
Fuente bibliográfica de referencia:
Clausewitz ( 1780 – 1831). De la Guerra. Ediciones Planeta. Barcelona, España.
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