La decisión, factor fundamental en el arte de la planificación
- Julio A. Sánchez Flores
- 23 sept 2015
- 5 Min. de lectura

En todo proceso que involucre una planificación se pone de manifiesto el acto de pensar como una natural expresión de todo ser humano. Es decir, un acto en donde se conjugan factores racionales y emocionales. Para decidir sobre un asunto en particular, hay que conocer la situación problemática en un primer momento cuando se tiene que misionar a los órganos subalternos.
Decidir no es cualquier cosa, es un arte, y como todo arte es producto del consciente del ser humano. Decidir requiere capacidad, conocimiento, discernimiento y voluntad. Es decir, saber qué se va a hacer, dónde se va a interactuar, cuánto tiempo se estima que dure la misión, con qué estrategia se va a resolver el problema, qué medios se deben autorizar o emplear. Y no menos importante: el propósito de la operación y la intención del que emite la misión expresada en términos que sean lo más claro y preciso posible, para que no quede duda alguna.
Tomar una decisión no es tarea fácil, es parte importante del ámbito donde se desarrolla la actividad humana. Tiene toda una teoría como cualquier arte o ciencia. Como teoría, trata de establecer un proceso lógico que permita decisiones racionales mediante la selección de una de varias alternativas u opciones existentes, en función de unos criterios establecidos de acuerdo con los valores, normas, recursos, tiempo y realidad organizacional.
Por otra parte, para decidir se requiere de toda una estructura lógica de conocimiento que permita el procesamiento de la información básica, y de un adecuado equilibrio entre la “experiencia” del que decide y el apoyo del instrumental científico a su alcance. Esta estructura en donde se conjuga la experiencia con los recursos de apoyo permite mejorar el rendimiento del comandante, del jefe o del gerente, de manera que lo que decida obedezcan al sentido común, o el “buen juicio” que debe tener a la hora de tomar una decisión.
Pero, también, es indispensable que el que decide debe contar, además del apoyo de la ciencia y del factor humano a su alcance, con métodos, modelos y técnicas adecuadas y pertinentes con el manejo de la realidad problemática.
Si bien se deben tomar decisiones en cualquier ámbito organizacional, es importante precisar que nuestro enfoque será sobre la toma de decisiones en el ámbito militar. Se trata, pues, mediante criterios, normas o políticas de comparación que sean pertinentes en función de la amenaza, los medios, recursos, tiempo y realidad operacional, elegir una de varias formas de acción, previamente formuladas por el Estado Mayor, en el sentido de lograr el propósito a través de objetivos. Luego, hacer que se ejecute la decisión convertida en misión mediante la praxis o acción de comando. Finalmente, evaluar los resultados que permitan retroalimentar todo el proceso.
En síntesis, se toma una decisión para lograr el propósito e intención del escalón inmediato superior a través de la designación de objetivos a los órganos subalternos con las debidas instrucciones y asignación de medios, en el sentido de qué hacer, cómo, dónde, cuándo, en cuánto tiempo y con qué recursos mediante el Concepto Operacional, imperativo que llegará expresado a través de un Plan u Orden de Operaciones.
La toma de decisiones en el mundo castrense es uno de los aspectos que contempla la doctrina militar, contexto teórico que se desprende de las Ciencias y Arte Militar que de manera metódica conforma todo un proceso de carácter científico y eminentemente racional para la ejecución de operaciones de índole militar. Como método en sí, requiere que se defina con antelación el nivel o el ámbito en el que se va a planificar.
Si el nivel es de carácter estratégico, lo más probable es que la misión llegue del factor político al militar en términos de “propósito” o “finalidad”, mandato que tiene que ser analizado por el órgano estratégico para convertirlo luego en tareas que serán agrupadas en términos de misión.
Por otra parte, si el ámbito de planificación es operacional, la misión le debe venir del órgano estratégico expresada en un Plan de Empleo, la cual debe ser interpretada y analizada por el comandante con el asesoramiento del Estado Mayor.
En cualquiera de los diferentes niveles mencionados, la misión cuando se reciba, bien sea a través de directivas o planes, el comandante debe extraer de ella el propósito del escalón superior, la intención del comandante, el ámbito de actuación, las tareas en orden de prioridad y el tiempo de ejecución. Y en caso de que alguno de estos eventos no se establezcan con precisión deben deducirse, o ser aclarados por el órgano que la emitió.
Una vez analizada, ésta le llega al Estado Mayor incluida en un documento emitido por el comandante denominado Guía de Planeamiento con las normas o criterios que él considere conveniente en la dirección del proceso, además, de toda la información necesaria para que este órgano de planificación realice las apreciaciones, la cuales culminarán todas en recomendaciones.
En este sentido, el oficial de operaciones, con las debidas informaciones suministradas por los oficiales de personal, inteligencia, logística y demás miembros que conforman el Estado Mayor, formula las formas de acción definiendo el ámbito de análisis mediante los criterios de comparación emitidos por el comandante en la Guía de Planeamiento.
Luego, en un ambiente diseñado para tal fin, las formas de acción se analizan bajo la luz de esquemas de maniobra expresados en una carta de situación o en una maqueta, con presencia de todos los miembros del Estado Mayor. Entonces, uno a uno de los miembros, sobre la base de su área, experiencia o conocimiento, visualizan cada esquema expresando su conformidad o disconformidad, pero dando al final su recomendación.
Todo este proceso de comparación es presidido por el Jefe de Estado Mayor, quien una vez de escuchadas todas las exposiciones de los miembros del Estado mayor, emite la recomendación al Comandante, autoridad que al final tomará la decisión convirtiéndola en un constructo denominado Concepto de la Operación, expresión básica para la elaboración del plan u orden de operaciones, según la situación y tiempo.
Como colofón, es imperativo recordar a todo aquel que por circunstancia, necesidad, oportunidad o autoridad tenga que tomar una decisión en cualquier momento de su vida, que el consciente, la experiencia y la capacidad son los puntos de partida de toda estrategia. Una mente que actué por la emoción, de manera visceral, enraizada en el pasado en vez del presente y que no pueda ver con claridad y rapidez la realidad de donde emerge el problema, producirá estrategias que siempre errarán el tiro. Para ser un verdadero estratega debes tomar conciencia de las debilidades y trastornos que puedan aquejar a tu mente y embotar tus facultades cognitivas.
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