Cómo estudiar para aprender y aprender a enseñar
- Julio A. Sánchez Flores
- 8 sept 2015
- 2 Min. de lectura

Existen muchas razones por las cuales un alumno en cualquiera de los niveles de estudios que esté cursando – pregrados o postgrados – no logre alcanzar sus objetivos. Entre las limitaciones están la de carecer de una base de conocimientos suficientes que le permitan abordar las nuevas cogniciones, el abuso de modelos o técnicas de estudios no acordes con la madurez, realidad social o propósito del estudiante, sostener motivos o metas académicas que no favorezcan la toma de decisiones adecuadas, la falta de supervisión y asesoramiento calificado por parte de los docentes, y unidades curriculares que no aportan significados a los perfiles que conforman los planes de estudios.
Pero, también existen otras no menos preocupantes: los alumnos cada vez aprenden y saben menos, hay deterioro en el aprendizaje cuando éste no se corresponde con la visión, misión institucional y expectativas del cursante. Sin embargo, lo que más debe preocuparnos como docentes no son los alumnos que reprueban, sino los que aprueban y no aprenden casi nada.
No es simplemente que aprendamos poco, ni que se enseña mal. Es que los escenarios de aprendizaje algunas veces no están diseñados según las características de los aprendizajes que se piensan administrar y de la experiencia que tengan los docentes en planificación educativa. Un mejor conocimiento por parte de estos últimos de cómo debe funcionar un modelo educativo puede ayudar a comprender y superar tal vez algunas de las dificultades mencionadas, adaptando las actividades educativas a los recursos, capacidades y disposiciones de alumnos y profesores.
El objetivo que se persigue con esta primera entrega es el de ofrecer por esta vía nuevas ideas, aportaciones y recomendaciones sobre estrategias de enseñanzas para los docentes, y técnicas de estudio para los alumnos de acuerdo a los modernos avances en el proceso enseñanza – aprendizaje, de manera que se adopten experiencias cognitivas modernas en materia educativa.
Estas ideas pueden ayudar a los docentes a estructurar con mayor eficacia las situaciones de aprendizaje, pero también puede hacer que los alumnos o cursantes conozcan en que consiste la tarea de aprender, de manera que tengan mayor control sobre sus propios procesos de aprendizaje y puedan planificar sus actividades de estudio.
Con lo expresado, debemos como facilitadores de conocimiento estar consciente que todo proceso educativo debe partir de experiencias físicas sobre la realidad en que se vive o convive y ser complementadas con la interacción en el aula y en los ambientes de actuación, discusión de grupos y escenarios simulados. Es decir, pensar y obra es como se aprende más en el sentido de incentivar la motivación y disposición para aprender sin límites.
Se busca, entonces, procurar que los alumnos que cursan estudios superiores, con la debida asistencia y desinteresado apoyo de los profesores, no sean sólo simples receptores conformistas de información sino agentes activos de su propio aprendizaje.
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