La Guerra Híbrida
- Emilio Villar Calvo y Julio Sánchez Flores
- 6 ago 2015
- 6 Min. de lectura

En la década de 1980, el teórico militar israelí Martin van Creveld pronosticó que el conflicto militar convencional entre las fuerzas armadas regulares de las naciones-estado declinaría en frecuencia, mientras que los conflictos de baja intensidad llevados a cabo por milicias y fuerzas paramilitares se incrementarían de forma exponencial en el mundo. La manifestación más reciente de la tesis original de Creveld es la guerra híbrida.
¿Qué es entonces una guerra híbrida? Se trata de un concepto bélico que viene a dar por superada la guerra asimétrica (ejército convencional contra fuerzas insurgentes). Para algunos, el término, acuñado en 2009 por el periodista estadounidense Frank Hoffman (2009), y ya anticipado por George Kennan en 1948, es tan antiguo como la propia guerra. No entra en la habitual definición de guerra como la convencional – Batalla Aeroterrestre - y la Asimétrica - un ejército regular contra una guerrilla -.
Va más allá de una guerra asimétrica. Es más bien una integración de tácticas terroristas, ciberdefensa, narco conexiones e insurgencia urbana con el uso de fusiles modernos como el AK-47 ruso, que van de lo previsible a lo imprevisible. La conforman soldados uniformados y paramilitares en una combinación de medios e instrumentos. En este tipo de guerra no existen fronteras entre lo legal y lo ilegal, entre la violencia y la no violencia. No hay una distinción real entre guerra y paz. Tendría su punto de partida con las acciones bélicas desarrolladas por Rusia en Ucrania, lo que representa una forma de hacer la guerra en el Siglo XXI, según los entendidos.
Putin, presidente de Rusia, recientemente desafió a la OTAN realizando operaciones con fuerzas combinadas entre militares y civiles afectos a Rusia sobre el espacio aéreo de los países bálticos y en el Mar Negro, y en particular en Ucrania. También hizo acto de presencia con uno de sus submarino frente a las costas suecas, así como su supuesta participación en el aún caso sin resolver del derribo del avión malasio en el Este de Ucrania en julio de 2014.
Es decir, los rusos emplearon una variedad de capacidades con la participación de fuerzas armadas, fuerzas regulares no identificadas como tal, paramilitares, sistemas de armas avanzadas, tácticas dignas de un grupo terrorista-criminal, blindados, ciberdefensa, guerrilla urbana, misiles de defensa antiaérea, guerra de la comunicación e internet y medidas económicas como sanciones. Algo de todo esto pudimos ver en el escenario de Ucrania.
En el mismo orden de ideas, Frank Hoffman (ibídem), principal proponente estadounidense de la teoría sobre las amenazas híbridas, refiere que este tipo de enfrentamiento incorpora una gama completa de modos diferentes de hacer la guerra que incluye capacidades convencionales, tácticas y formaciones irregulares, actos terroristas con violencia e intimidación indiscriminada y desorden deliberado. Las guerras híbridas pueden ser llevadas a cabo por los estados y con una variedad de grupos irregulares que actúan con o sin su auspicio.
Otras de sus características dentro de sus actividades multimodales es que puede ser realizada por unidades separadas; incluso por la misma unidad, pero generalmente dirigida y coordinada de forma operacional y táctica dentro del espacio de batalla principal para lograr efectos sinérgicos en las dimensiones física y sicológica del conflicto.
Hoffman admite que “la guerra híbrida no representa la derrota o el reemplazo de la “guerra a la antigua” o guerra convencional por la nueva. Aunque sí presenta un factor de complicación para el planeamiento de la defensa en el siglo XXI”.
Ahora, sobre este tipo de guerra no hay sorpresa. Ya Sun Tzu lo dijo en su “Arte de la Guerra” cuando considera lo extraordinario en lo ortodoxo como una forma de atacar a un enemigo. Según esta fuente de conocimiento el binomio de lo ortodoxo y lo extraordinario es la más profunda de las prácticas estratégicas como un medio para alcanzar la victoria.
Lo ortodoxo, de la manera más sencilla, se trata de aquello que resulta familiar, esperado y comprensible al otro, al enemigo con el que te estas enfrentando; son los lugares y eventos comunes que compartimos. “Orto” significa recto o vertical, y “doxa” opinión o creencia; por ello lo ortodoxo tiene el sentido de lo aceptado, de lo establecido. Es lo común o lo ordinario que espera el otro.
Lo primero que se espera del enfrentamiento con lo ortodoxo es hacer que el enemigo adopte una postura, que se despliegue en función de nuestra aptitud y que se fije, por tanto, en el tiempo y en el espacio. Al hacerlo así desvelará sus puntos fuertes y vulnerabilidades.
Lo extraordinario es todo lo que se sale del orden esperado de las cosas. Si se toma en cuenta la percepción convencional de la guerra por parte del enemigo, se dan pasos que éste no puede imaginar; es ese algo que se sale o que va más allá de lo habitual debido a que es libre y creativo. Con lo extraordinario se utilizan todos los medios y eventos que sean justificados para destruir a un enemigo.
Otra experiencia con respecto a la Guerra Hibrida lo podemos observar en fuentes históricas sobre la Guerra de Vietnam. Después de investigar brevemente la experiencia estadounidense en guerras menores anteriores a 1960 y de examinar mejor esta guerra y las operaciones actuales en Irak, se encontró que unidades pequeñas y flexibles sin la carga de doctrina y organizaciones convencionales pueden contrarrestar con éxito la actividad insurgente directamente y trabajando con fuerzas y medios locales.
Las acciones ortodoxas o regulares por parte de los ejércitos franceses en un primer momento, de los Estados Unidos después, requirieron de fuerzas capacitadas y organizadas y a unos grandes costos. Las fuerzas de guerra irregulares, por el contrario, no fueron excesivamente grandes o costosas, como las de sus invasores.
Siguiendo la historia se pudo apreciar que en la Guerra de la Península ibérica, el Duque de Wellington, entre 1811 y 1812 expulsó a los franceses de España realizando una lucha convencional contra los mariscales de Napoleón, mientras que lanzaba las guerrillas españolas en la retaguardia francesa. Por otra parte, el Mariscal de Campo Edmund Allenby durante la Primera Guerra Mundial hizo lo mismo en Palestina contra los turcos, lanzando un asalto de infantería frontal amplio bajo la cubierta de los cañones de la Artillería Real, mientras que al mismo tiempo los irregulares beduinos de T. E. Lawrence se filtraban y cortaban las líneas de suministro.
En el 2013, Moisés Naim escribió en su libro “El Fin del Poder” que Al – Qaeda gastó alrededor de quinientos mil dólares para llevar a cabo los ataques el 11 de septiembre de 2002 a las torres gemelas del centro financiero más emblemático del capitalismo en Estados Unidos, y las pérdidas directas causadas por la destrucción de aquel fatídico día, más los costes de la respuesta de los atentados, ascendieron a 3, 3 billones de dólares. En otras palabras, por cada dólar que Al – Qaeda dedicó a planificar y realizar los atentados, Estados Unidos gastó siete millones.
Otro ejemplo sobre ataques híbridos, refiere Naim, fue el que ocurrió en 2006 durante la guerra del Líbano cuando Hezbolá disparó un misil de crucero de precisión contra un buque israelí. Resulta que el misil alcanzó el objetivo y estuvo a punto de hundir el Hanit, una corbeta de la armada de Israel equipada con sistemas de defensa antimisiles. El coste de este buque era de 260 millones der dólares; el precio del misil era tan solo de 60.000 dólares.
Por otra parte, en 2011, los piratas somalíes obligaron a las grandes navieras y armadas de Estados Unidos - Francia e Inglaterra, entre otras - , a afrontar costes de miles de millones de dólares para dar respuesta a los ataques de pequeñas embarcaciones con motores fuera de borda, con unos individuos armados con fusiles, ametralladoras y misiles de corto alcance.
Con su antecedente irregular la guerra híbrida hoy en día se aprovecha de las ventajas que aporta la tecnología, y si las circunstancias lo permiten los actores pueden hacer uso de sensores no tripulados, aviones pequeños, armas de energía dirigida y guerra cibernética. Para ello sólo es esencial utilizar la energía dirigida, el ataque de redes y armar un orden electrónico de batalla en el menor tiempo posible.
Fuentes Bibliográficas:
Hoffman, Frank (2009). Hybrid vs Compound War. Edaf. Buenos Aires, Argentina.
Martin van Creveld (1980). La Guerra Hibrida. El Ateneo. Buenos Aires, Argentina.
Michaelson, Gerald (1999). SUN TZU, El Arte de la Guerra para Directivos. Gestión 2000. Com. Barcelona, España.
Naim, Moisés (2013). El Fin del Poder. Editorial Melvin, C. A. Caracas, Venezuela.
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