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Sun Tzu y el Arte de la Guerra

  • Julio Sánchez Flores
  • 23 mar 2015
  • 14 Min. de lectura

Según Samuel B. Griffith, Sun Tzu llamó la atención del mundo occidental por primera vez gracias a un misionero jesuita en Peking, el padre J. J. M. Amiot, cuya interpretación de El Arte de la Guerra fue publicada en París en 1772, hacia el final de un período durante el cual la imaginación de artistas, intelectuales y artesanos franceses estuvo significativamente influenciada por el excitante mundo recién descubierto de las artes y la literatura china.

En su momento, Sun Tzu se dio cuenta de que la guerra <<un asunto de vital importancia para el Estado>> exigía un detallado estudio y un profundo análisis. Su pensamiento fue el primer intento conocido de formular una base racional para la planificación y ejecución de operaciones militares. Creía que el estratega inteligente era el que pudiera someter al ejército enemigo sin entablar combate decisivo y tomar ciudades sin sitiarlas.

De Sun Tzu se dice que fue un filósofo que escribió El Arte de la Guerra unos quinientos años antes de Cristo. Durante siglos, esta insigne obra del pensamiento militar antiguo ocupó una posición prominente entre los generales chinos y japoneses, siendo sustancial la aproximación indirecta, estrategia que constituye la base de su doctrina: se puede conseguir la victoria con una maniobra oportuna que llegue al centro de gravedad enemigo evadiendo sus puntos fuertes.

Liddell Hart (1895 – 1970), consideraba el pensamiento de Sun Tzu de suma importancia cuando refería que la civilización moderna se habría podido ahorrar gran parte del daño sufrido en las guerras mundiales del siglo veinte si la influencia de la obra de De la Guerra de Clausewitz, que dieron figura al pensamiento militar europeo en la era que precedió a la Primera Guerra Mundial, hubiese estado combinada y equilibrada con el pensamiento de Sun Tzu sobre el arte y ciencia de la guerra.

El Arte de la Guerra no sólo es un clásico de la estrategia militar, sino también de la simplicidad como precepto de la guerra. Sun Tzu consideraba a los factores morales, intelectuales y emocionales como más importante que los tangibles, y aconsejaba a reyes y comandantes a combinarlos con el poder militar, además, con otros determinantes como las ventajas del terreno y las coyunturas sistémicas que la realidad operacional les pudiera ofrecer de manera ventajosa.

En este sentido, como toda filosofía, tiene sus principios que la fundamentan, la de Sun Tzu no se queda atrás. En consecuencia, considera que el contendiente debe ser estudiado en términos de cinco variables: influencia moral, ambiente operacional, el terreno, el comandante y la doctrina.

La influencia moral significa no sólo el conocimiento específico de la misión con todas sus tareas, sino que el propósito sea moralmente sólido y aceptado por los efectivos como el único fin para alcanzar los objetivos de la guerra. De estar éstos conscientes, este fin les generará un gran espíritu combativo y una intensa dedicación al cumplimiento de la misión.

Con respecto al ambiente operacional, sobre todo las condiciones meteorológicas, son equiparables a fuerzas naturales o exteriores que bien puedan ser aprovechadas como complemento de la maniobra.

El terreno es el ámbito operacional, su valor táctico se complementa con las condiciones meteorológicas y con las fuerzas intervinientes; es decir, “como gaveta a escritorio”.

El comandante es equivalente a liderazgo y dirección; sobre ambos criterios deben subyacer el valor, la audacia, la moral, el conocimiento y la experiencia como sus valores fundamentales, entre otros. En cuanto a la doctrina, ésta es comparable a la Biblia para los cristianos, la Tora para los judíos y el Corán para los musulmanes. En ella se expresan para los militares las normas, métodos y procedimientos que permiten elaborar el plan de maniobra.

El Arte de la Guerra, como se ha referido, ha tenido una profunda influencia a lo largo de la historia china y del pensamiento militar y empresarial japonés, pero también se trasmitieron a los rusos por medio de los mongoles, convirtiéndose en parte sustancial de su herencia oriental. Su tesis central es la de que se conseguirá ganar el combate si antes se concibe la estrategia oportuna.

Con respecto a su pensamiento sobre la estrategia, Sun Tzu señala que una contribución perdurable para la teoría de la guerra es la derrota del enemigo sin combatir; la idea detrás de este pensamiento es el reconocimiento de que una fuerza cuando participa en un combate mediante la fricción o enfrentamiento directo al enemigo, en ese trajinar pierde recursos, tiempo y voluntad. En pocas palabras, lo que quiso decir el referido autor con su forma de pensar la maniobra, es que el trabajo del comandante no es necesariamente enfrentar al enemigo por su lado más fuerte, sino derrotarlo mediante un ataque preventivo antes de que éste despliegue sus fuerzas, o destruir o alcanzar, de manera contundente e indirecta, su retaguardia, líneas de comunicaciones, o cualquier lado débil, o explotar cualquier momento crítico que se presente como una oportunidad táctica.

La logística no queda por fuera, la apreciaba como la influencia decisiva en la dinámica de las operaciones que permitía, de acuerdo a la intención del comandante, descargar el golpe de gracia a un enemigo al que se le había hecho previamente vulnerable.

Ahora, ¿que es lo que se quiere con remembrar a Sun Tzu con respecto al pensamiento militar? Aprovechar sus máximas para consolidar conocimientos sobre Estrategia, Táctica y Logística con base en la visión de sus líderes.

Con respecto a la visión, en términos románticos, es la idea que nos mueve a través de la frontera de la realidad presente hasta las esperanzas ilimitadas de un futuro aparentemente más allá de nuestro alcance. Lo que una vez fue considerado imposible se torna no sólo posible sino probable cuando le damos vida a través de la acción. Sus componentes articulan una imagen clara del futuro, de la misión, del objetivo y de los valores. A partir de la visión, los comandantes pueden determinar la estrategia, definir las tácticas y formular los planes.

En este orden de ideas, lo que se busca con traer a Sun Tzu a colación es el de resaltar la importancia que tiene la visión para la formulación de estrategias y tácticas para el cumplimiento de misiones en el contexto militar. ¿Y cuál es su por qué? Porque cuanto más complejos se torna el proceso de planificación, más difícil es introducir la flexibilidad que permita cambios en la situación.

En sistemas con doctrinas rígidas, la planificación y el sometimiento al plan son considerados como la clave del triunfo. Se estima que unos planes formulados de unos modos minuciosos y ejecutados al pelo constituyen la manera de superar la confusión y la incertidumbre, sin caer en cuenta que en la medida que concentremos más tiempo y atención en el “proceso de planificación”, se volverá secundaria la ejecución eficaz del plan. Sin embargo, considerar la planificación sólo como un proceso mental, una idea en nuestra mente que simplemente examine el pasado y se adapte al futuro es un error. Si su plan no está escrito, usted no tiene plan alguno; lo que debe tener en mente usted y sus subordinados es la visión sobre lo estratégico y la intención sobre la táctica. Recuerde: flexibilidad y simplicidad son los principios de un eficiente plan.

SOBRE LA GUERRA

Sobre la guerra es menester hacer algunas acotaciones sobre su concepto. En oportunidades escuchamos hablar de Guerra Convencional, Guerra Irregular, Guerra de Resistencia, Guerra Electrónica, Nuclear o no sé de qué cosa. Guerra es Guerra como decía la viejita del cuento aquel, lo que cambia o difiere son los fines, las estrategias, las tácticas y los medios. En fin, Guerra, en su sentido más simple, es el enfrentamiento entre dos bandos con intereses opuestos.

Para Sun Tzu la guerra es una materia de vital importancia para el Estado; es una cuestión de vida o muerte, el camino hacia la supervivencia o la ruina de la nación. De ahí que resulte imperativo su estudio a conciencia por parte de los militares. De ese estudio es importante que se conozca sobre ambos bandos aspectos tangibles como las condiciones meteorológicas, el terreno y la doctrina; e intangibles como el liderazgo y la moral de las tropas. Conocerlos a cabalidad lleva al comandante a la búsqueda de oportunidades estratégicas que generen una situación favorable a su propósito. Por situación se entiende que tiene que actuar oportunamente y con rapidez de acuerdo a lo que resulte conveniente a la campaña y ser capaz de atender cualquier contingencia oportuna.

Con respecto a la rapidez en las acciones, refiere:

Al dirigir un ejército tan enorme, el objetivo principal es una rápida victoria. Si la guerra dura mucho tiempo, las armas de los hombres se cansarán y el valor de estos menguará. Si el ejército ataca ciudades, agotará sus fuerzas. Y, además, cuando el ejército acomete campañas prolongadas, no bastan los recursos del Estado. Y cuando sus armas están embotadas, menguado su ardor, exhaustas sus fuerzas y gastados sus tesoros, los gobernantes vecinos aprovecharán su apuro para intervenir. En este caso, ningún hombre, por sabio que sea, conseguirá evitar las desastrosas consecuencias que sobrevendrán.

De acuerdo con Sun Tzu, jamás hemos conocido que una guerra prolongada tuviera éxito, sino consideremos el caso de Vietnam para Estados Unidos o Afganistán para los rusos. Pocas veces se ha dado el caso de que una larga contienda haya beneficiado a un país. Por ese motivo, sólo aquellos que conocen los peligros inherentes al empleo de tropas saben cómo dirigir una guerra del modo más beneficioso a sus intereses, partiendo de una victoria rápida y no prolongada.

SOBRE LA ESTRATEGIA

En cada nivel de cualquier operación, la estrategia es desde luego “guerra en un mapa o carta”, el plan sobre el papel. La estrategia aborda la asignación e integración de recursos. En De la Guerra, Clausewitz dice que la estrategia marca dónde, cuándo y con qué fuerzas es preciso librar la batalla. Por otra parte, Liddell Hart, en su libro Strategy, explica que el objetivo de la estrategia no es tanto buscar el combate como tratar de hallar una situación tan ventajosa que, si no determina por sí misma la decisión, su continuación por la lucha la logrará con seguridad.

Una gran estrategia nunca reacciona ante el enemigo; al contrario, define la oportunidad en término de tiempo, espacio y recursos. La primera norma de la estrategia consiste en prestar una atención concienzuda al centro de gravedad enemigo y a la capacidad que éste tenga para reaccionar. En consecuencia, las operaciones tienen éxito cuando alguien sabe cómo concentrar sus fuerzas contra debilidades. La regla del poder relativo de combate es simple: si no poseemos una autentica superioridad, no podemos ganar. El objetivo no es lograr una equiparación sino conseguir en su favor una desigualdad. Resulta vital conocer las fuerzas y debilidades del adversario para determinar en dónde hay que concentrar el ataque. Si se subestima al adversario, los resultados pueden ser desastrosos. Como dijo Napoleón: “Dios está con el bando que posee la artillería más pesada”.

La estrategia ha de tener además en cuenta una percepción clara de la realidad operacional en todo su contexto, el volumen de recursos disponibles y la integración y disposición de medios en apoyo de los objetivos concebidos.

Sun Tzu dice al respecto:

Por lo general, la mejor estrategia en la guerra es apoderarse, completo e intacto, de cuanto tenga el enemigo; su ruina constituye un resultado inferior a éste. Capturar todo el ejército del adversario es mejor que destruirlo…Someter al enemigo sin lucha supone la pericia suprema. En consecuencia, la mejor política estriba en atacar la estrategia del adversario. La segunda, tras ésta es quebrantar sus alianzas a través de medios diplomáticos. Y después sigue la acometida contra su ejército sobre el terreno.

La idea de vencer sin comprometerse en el combate resulta fundamental en el pensamiento estratégico de Sun Tzu. Para aplicar este concepto, es necesario buscar la victoria antes de entrar en terreno decisivo. De otro modo tendrá que pelear con la esperanza de vencer. La estrategia para este filósofo de la guerra constituye un proceso de planificación sobre el papel. Es realizar lo preciso e importante. Es buscar la victoria antes de la lucha.

Una buena estrategia requiere de información oportuna y eficaz sobre el enemigo y el área de operaciones, y cuando cumple con estos requerimientos la llamamos inteligencia. Uno de los grandes problemas que hasta ahora se le ha presentado a las unidades estriba en estructurar, sintetizar y difundir la información. En oportunidades conocemos de muchas cosas, pero a veces carecemos de un sistema que las integre con el objeto de que sean comprobadas y aplicadas al logro de objetivos específicos: la tarea fundamental de un órgano de inteligencia consiste en organizar e interpretar los datos fácilmente accesibles de diferentes fuentes.

Según el general Sullivan (1998), unos de los comandantes que participaron en la Operación Tormenta del Desierto y tras desempeñar la jefatura del Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos manifestó que: “La paradoja de la guerra en la era de la información reside en el hecho de que hay que manejar grandes cantidades de datos y resistirse a la tentación de ejercer un control excesivo. La ventaja se reduce a cero cuando usted trata de que las decisiones asciendan y desciendan por la cadena de mando…Una vez comprendido el propósito del jefe, las decisiones deben ser transmitidas al nivel más bajo posible para permitir que los soldados en las primeras líneas exploten las oportunidades que brindan”.

Sun Tzu se refiere a la inteligencia en los siguientes términos:

La razón de que el soberano ilustrado y el general experto venzan al enemigo siempre que se pone en marcha y de que sus logros superen a los de individuos corrientes es que poseen un conocimiento previo. Tal <<conocimiento previo>> no procede de espíritus, ni de dioses, ni de una analogía con acontecimientos pasados, ni de cálculos deductivos. Ha de ser obtenido de hombres que conozcan la situación del enemigo. De ahí el empleo de los espías, entre los que hay cinco clases: espías nativos, espías internos, espías convertidos, espías condenados y espías supervivientes.

Una información adecuada y oportuna les permite a los comandantes emplear mejor sus recursos porque reduce el riesgo y disminuye la incertidumbre. Es fácil errar en la apreciación de inteligencia si no formulamos las interrogantes sobre lo que realmente se quiere, y la situación se complica si no disponemos de los recursos que demandan los procesos de obtención y análisis. Estos procesos exigen obtenerla, analizarla y filtrarla. No toda información es útil. El exceso puede hacer difícil la tarea de separar lo esencial o sustantivo de lo inútil.

En todos los niveles de la guerra, la inteligencia nos dice con anticipación a qué tipo de enemigo nos enfrentamos, sus intenciones, sus capacidades y posibilidades. De igual manera las características, fortalezas y oportunidades del escenario de actuación.

SOBRE LA TÁCTICA

El plan táctico es tan importante como el estratégico porque lleva la visión y la estrategia hasta la línea de contacto. Un estratega europeo, el capitán Johnstone, escribió en 1916: ¿No sabe usted cómo se halla dispuesto el enemigo? Combata y averígüelo. Sólo tras alguna lucha es posible concebir con seguridad el asalto decisivo. El ataque de tanteo no es un combate separado sino el comienzo de la batalla. Lance una formación contra todo el frente y sabrá cómo se halla conformado. Esto explica claramente en nuestra doctrina lo que es un Combate de Encuentro o un Reconocimiento en Fuerza, tareas propias de la Caballería.

Con la táctica adecuada, la batalla está sólo medio ganada; la táctica triunfa a través de una ejecución profesional; sin esta consideración la planificación se halla desvinculada de la ejecución. Es algo semejante a separar el pensamiento de la acción, lo que complica el entendimiento de la misión.

Lo importante en táctica es ponerse sobre la marcha. Un exceso de tiempo dedicado a la planificación puede perder tiempo con respecto al enemigo. Es más conveniente adoptar una forma de planificación y ejecución simultánea de manera que el plan quede formulado en relación con la realidad operacional gracias a una eficiente inteligencia. En lenguaje coloquial: “A Dios rogando y con el mazo dando”; y en todo empeño bélico, lo anormal es normal y lo precario seguro; es decir, hay que disponer de planes de contingencias para atender lo anormal y una logística oportuna para lo precario.

Como ejemplo Sun Tzu cita que toda táctica se debe basar en el engaño. Por eso, cuando estemos en condiciones de lanzar una ofensiva hemos de simular que no somos capaces de realizarla; cuando empleemos las fuerzas, debemos aparentar inactividad; cuando nos encontremos cerca, hemos de lograr que el enemigo crea que estamos lejos; cuando estemos lejos debemos hacer que nos suponga cercanos: hacer creer que cambiamos las reglas del juego.

Otro de los aspectos que considera Sun Tzu en táctica es la movilidad. A lo largo de la historia, generales victoriosos como Escipión “El Africano” en las Guerras Púnicas contra Cartago y Julio Cesar en las Galias, entre otros, desarrollaron disciplinas y sistemas para actuar con mayor rapidez que sus adversarios. Los soldados de Napoleón se desplazaban a 120 pasos por minutos mientras sus oponentes iban a 70 pasos. Como la velocidad de marcha de las tropas de Napoleón casi doblaba a las de sus enemigos, la celeridad le proporcionaba por sí sola una tremenda ventaja que contribuyó considerablemente a su éxito.

La esencia de la táctica es la maniobra. En el nivel estratégico, maniobrar es pensar en cómo operar para poner en desventaja al adversario. En el nivel táctico, maniobrar implica la más de las veces concentrarse o dispersarse cuando busque la vía más favorable. Si no ha apreciado sobre acerca del modo de maniobrar, es desventajosa la idea de combatir cuando se vea superado en fuerzas. Lo sustancial es lanzar el ataque a las posiciones ligeramente defendidas. Busque posiciones en donde pueda lograr una superioridad significativa. En la batalla, como en los negocios, la mejor decisión estriba la más de las veces en lograr la superioridad en el punto decisivo.

Con respecto al arte de la maniobra, Sun Tzu dijo:

Normalmente, en la guerra, el general recibe órdenes del soberano. Durante el proceso de reunir a los soldados y de movilizarlos con objeto de que el ejército quede listo para el combate, nada hay tan arduo como el arte de maniobrar con el fin de apoderarse anticipadamente de posiciones favorables. La dificultad radica en lograr que la ruta tortuosa sea la más directa y convertir la desventaja en ventaja. Así, forzando al enemigo a desviarse y reducir la velocidad de su marcha con un cebo que lo atraiga, usted puede partir después que él y ser sin embargo el primero en llegar al campo de batalla.

Grandes victorias han sido consecuencia de hacer lo imposible a través de lo impracticable. Bolívar y Aníbal lo hicieron atravesando montañas consideradas inaccesibles. Como las vías más fáciles son a menudo las más sólidamente defendidas, el rodeo más largo puede ser el camino más directo. Las rutas que parecen más ventajosas suelen ser las más desfavorables para nuestros propósitos.

Uno de los aspectos más importantes sobre la maniobra es el terreno, una de las palabras más empleadas en las traducciones de Sun Tzu. Terreno es el área de operaciones, y es uno de los factores determinante de la decisión. Con frecuencia reparamos en que ciertas decisiones al más alto nivel son obra de mandos inteligentes pero que en algunos momentos desconocen acerca de las fortalezas del escenario de actuación. La parcialidad o limitación por lo que deben conocer sobre el área de operaciones puede conducirlos a conceptos erróneos de la operación sobre el campo de batalla. Se expresa todo lo sabido sobre la base de doctrinas foráneas, pero rara vez muestra acerca de lo desconocido. La cuestión es que nos inundan con mucha información fuera de lo que verdaderamente debemos conocer. Al ampliar la base de nuestros conocimientos estudiando y evaluando con mayor precisión todo lo concerniente al terreno, en cuanto a sus fortalezas y limitaciones, expandimos nuestro horizonte de posibilidades para el empleo de los medios puestos a nuestra disposición.

Un general experto tiene que realizar una apreciación correcta tanto del enemigo como del terreno con el objeto de crear condiciones que conduzcan a la victoria y calcular las distancias y el grado de dificultad del terreno. El que conoce estas cosas y las pone en práctica en el combate, vencerá a buen seguro. El que las ignora y es por tanto incapaz de aplicarlas, será con certeza derrotado.

Un conocimiento profundo del escenario de actuación constituye una exigencia de carácter absoluto.

SOBRE LA LOGÍSTICA

El fracaso de muchas operaciones en el orden táctico se debe a que le damos más importancia a lo táctico que a lo logístico. En cada batalla, quien tiene más recursos dispone a su favor de mayores posibilidades de éxito; por lo tanto, la asignación de recursos adecuados y oportunos antes, durante y después de los combates asegura el éxito de la operación. Al respecto, Sun Tzu dice:

Por lo general, las operaciones bélicas exigen un millar de carros veloces de guerra, un millar de carros pesados y unos cien mil hombres pertrechados, junto con el transporte de sus provisiones. De este modo cada día se necesitarán mil monedas de oro para los gastos en el propio país y en el campo, todo lo necesario para atender a los invitados oficiales y a los enviados diplomáticos, al coste de materiales como la cola y la laca y el cuidado y mantenimiento de carros y armaduras. Solo es posible reclutar un ejército de cien mil hombres cuando se dispone de ese dinero.

Traduciendo la expresión al presente, interpretamos la importancia para la táctica la movilidad, la disposición de recursos y efectivos equipados para el combate, así como el dinero suficiente para costear los gastos de la guerra, y en especial las operaciones de combate.

En conclusión, los principios fundamentales de la guerra y de la estrategia son los mismos para todos los que de una manera u otra incursionan en el campo de las Ciencias y Arte Militar, en todos los tiempos y en todas las situaciones. Sólo cambian los fines, los medios y las tácticas, y éstas han de adecuarse a los tiempos. En fin, cabe definir la estrategia como “hacer la cosa adecuada”. La táctica es “hacer bien las cosas”. Y la logística, calcular eficientemente las cosas: recursos y medios en el momento adecuado y en el sitio seguro.

BIBLIOGRAFIA:

Hart, B. H. Liddell (1976), Strategy, New York, Preager Publishers.

Sullivan G. (1998). La Esperanza no es un Método. Editorial Norma S.A. Bogotá; Colombia.

Sun Tzu (1990), El Arte de la Guerra, Editorial Panapo, s. r. l. Caracas, DC.

Von Clausewitz, Carl (1976), On War, Pricenton University Press.


 
 
 

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