La Resiliencia: transformación positiva de la adversidad
- Julio Sánchez
- 23 mar 2015
- 2 Min. de lectura
En una de las tantas tiras cómicas de Quino, Manolito el galleguito, pisa un carrito de juguete de Guille, hermanito menor de Mafalda. El juguete quedó roto en varios pedazos. Guille, al observar el destrozado carrito, se fue en llanto. Manolito, para calmarlo, toma una de las piezas del carrito parecida a un trompo y le dice: - ¡El trompito, Guille, el trompito…! Como Guille no paraba de llorar, Manolito le dice nuevamente: - Guille, hay que saber sacarle pequeñas ganancias a las grandes pérdidas.
Viene a mi memoria este episodio porque tuve la feliz oportunidad de encontrar en una librería, propiedad de un amigo, un oportuno libro cuyo título es “Resiliencia, trasformación positiva de la adversidad” de la doctora Jazmín Sambrano (2010), obra que recomiendo leer en estos tiempo de crisis.
Palabras más, palabras menos, la autora define la Resiliencia como “la capacidad que tienen los seres humanos de trascender las adversidades, de salir fortalecidos de ellas y de pasar por procesos o situaciones terribles, y mantener la integridad de mente y espíritu…y como la posibilidad de brindar condiciones que favorezcan un desarrollo positivo y una realización plena de las potencialidades del ser”.
Según ella, muchas personas han resurgido de crisis con más fuerzas y energías para seguir adelante y volver a comenzar. Aconseja que quienes hayan sufrido alguna adversidad en su vida la tomen como una oportunidad para levantar la cara y comenzar de nuevo. La vida es bella, por lo tanto no se mide el éxito por el tamaño de las conquistas, sino por las dificultades y renuncias que tengamos que enfrentar para alcanzar un objetivo.
Uno de los remedios para enfrentar a la adversidad es la firmeza y sensatez, y mucha inteligencia emocional. Las personas que poseen estas virtudes se crecen ante las crisis, y la ven como un desafío que precede a la acción. Ante la adversidad el sensato se distinguen de las masas cuando cumple su destino en la evolución moral, del decoro y de la ética, y con todos aquellos valores perfeccionados por las virtudes que nos diferencia de los irracionales.
Apuntala la doctora Sambrano que para el hombre sensato ningún misterio es tan profundo que no pueda ser develado bajo la insignia de la verdad: Para él nada es tan siniestro que no pueda ser defendido ni conquistado. Ningún artificio por muy oculto que esté lo desenmascara. Cuando busca vencer, ninguna fuerza es mayor que la fuerza de su convicción. Su único adversario capaz de derrotarlo es su propia conciencia.
Ante esta crisis, el hombre sensato se crece. Para atrás, ni para coger impulso.

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